Los lagos de Montebello

El sabor monótono de la cotidianidad es, muchas veces, resultado de un sistema social orientado hacia el diseño e imposición de modelos ideales que procuran indicar al ser humano el camino que debe seguir acorde a su edad y género. Todo ello, por supuesto, conforme a las necesidades e intereses de aquellos que han diseñado lo que llamamos el sistema de cosas.

Cuando uno abre bien los ojos llega a darse cuenta como se ha convertido en un esclavo viviente a través de la lucha por seguir ese camino que la sociedad enseña e impone como estilo de vida aceptable e idóneo.  Bastan al ser humano el análisis y la reflexión para crear consciencia acerca de su condición de esclavo, un esclavo al servicio de diferentes amos tales como el dinero, las enfermedades, los medicamentos, la familia no planificada, el trabajo, las deudas, el estrés, las necesidades emocionales y el estatus social.

En ocasiones, vale la pena romper con todo lo impuesto y escapar de las selvas de concreto, las jornadas laborales repetitivas y la monotonía responsable del sinsabor de la cotidianidad para ir en busca de lo natural.  Es precisamente rodeado de naturaleza, cuando el ser humano se libera de toda la opresión que trae a su vida la estructura social predominante y logra una comunión muy singular con lo divino al contemplar la imponente obra del Gran Artista.  Convencido de lo anterior, decidí emprender una aventura improvisada que terminó por llevarme  a contemplar paisajes inimaginables y a conocer seres humanos únicos y especiales.

A unos 800 km de la ciudad que me vio nacer se ubica el estado de Chiapas, el cual destaca como una tierra bendecida por el diseño del Creador.  Una tierra donde su belleza natural convive en armonía con la cultura y costumbres de las etnias indígenas que lo habitan.  De entre muchos atractivos que ofrece dicho estado, destaco uno, ubicado cerca de la frontera entre México y Guatemala, conocido como el Parque Nacional Lagunas de Montebello.

Dicho parque hace gala de sus más de 50 lagos y lagunas conectados entre sí de manera subterránea lo cuales forman paisajes espectaculares que, aunado a la hospitalidad de su gente, proporciona una experiencia visual, espiritual y gastronómica inigualable.

Para ésta ocasión, apenas tuve la oportunidad de visitar los principales lagos, debido a que muchos son inaccesibles por vehículo y es necesario internarse en el bosque con un guía, incluso quedarse a acampar una noche para tener acceso a ellos.  No obstante, el recorrido principal ofrece un festín de colores y sonidos que, en conjunto con su tranquilidad, te hacen olvidar el estrés diario y las presiones sociales.  Ahí, inmerso dentro de la naturaleza, rodeado de la inmensidad de las montañas y el agua turquesa sientes, literalmente, que no eres NADA.  Debo remarcar el hecho de que la paz y la calma inigualables que transmiten los paisajes visitados, así como la convivencia de los nativos de la región te llevan a vivir una experiencia que podría considerarse, incluso, espiritual.

Las comunidades que rodean el lugar están conformadas por personas muy unidas, quienes te ofrecen su amabilidad y hospitalidad, así como su amena conversación y una gran oferta de artesanías y productos hechos de su propia mano.

Algo que en lo personal me cautivó fue su alimentación, la cual es completamente natural y orgánica, ellos mismos siembran y cosechan lo que comen.  El maíz, las zarzamoras, el queso artesanal, los champiñones, la calabaza, el plátano, entre otras raíces y vegetales, son el pan de cada día de los pobladores de la región.  En ese lado del mundo, la gente no se preocupa por la volatilidad de los mercados financieros ni por la apreciación o depreciación de las divisas, puesto que es la tierra misma quien les proporciona todo lo que necesitan para vivir.

Concluyo, finalmente, recomendando dicho recorrido.  Sin lugar a dudas, es uno de esos viajes que te transforman e invitan a experimentar nuevas emociones.  Estoy seguro de que más de uno descubrirá una parte de sí hasta entonces desconocida y que, en el fondo, añora entrar en comunión con lo divino y lo natural…

Ver todas las fotos del viaje en Flickr

 

 

4 comentarios en “Los lagos de Montebello

  1. Gracias por compartir estas vivencias: paisajes MÁGICOS de verdad. Uno cree imaginar el éxtasis de su contemplación, pero debo suponer que sólo lo «creo». Gracias!

  2. Llegué a tu blog investigando un tema para la Universidad y me he perdido entre tus secciones.
    Hay algo curioso, ya que yo soy de Chiapas, de Tapachula para ser exactos, y no conozco este hermoso lugar. En diciembre espero poder ir a San Cristóbal de las Casas, ya que la última vez que fui tenía como 6 años y no recuerdo gran cosa.

    Hermosas fotos. Saludos 🙂

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